Un espacio sin tiempo es donde habitan
los seres que emergen de las aguas de tus ojos.
Paraíso y patria de infancia
donde memoria es belleza.
Donde el sueño se desparrama lento
sobre amapolas irisadas de semillas imposibles
que, con su dulce aroma, alumbran
un viaje hacia acantilados y castillos
en los que unicornios y príncipes descansan.
Allí, donde tus pinceles crean vida,
la muerte naufraga, coronada de luz y color de amanecer.
Una mano generosa sobre la casa aislada
-arden en espiral los papeles secretos del bosque- y,
en el tumulto de la fronda, entre ruiseñores y mirlos,
un pájaro, vestido de rosa, desenvaina su tierno pico y
pone al mundo en jaque con su melodía indómita.
Ruido de nubes, aguacero en desgarro de vida,
ventura de color sobre las manos. Aquí, donde la ternura se mece
entre alambres, un contador de estrellas pone su corazón en el cielo.
Huida inesperada,
Batir de paleta y alas,
La nave pronta a zarpar,
Por cielo, mar y entrañas…
Y en el último rincón, donde la luz claudica y la noche se diluye,
Vestida azur y plata, la princesa dibuja su latido:
Huella del universo por crear.
https://www.carm.es/web/pagina?IDCONTENIDO=97116&IDTIPO=10&RASTRO=c$m122,70
Emilio José Marco Gomariz
Cueva Azul, marzo 2018